- ¿Qué la empujó a rodar WELCOME?
- Siempre que veía el trabajo de Philippe, pensaba: “Me encantaría rodar con este realizador”. Vino a una de las primeras proyecciones de Roman de gare, de Claude Lelouch, y me dijo que me tenía en mente para una futura película… No sabía que sería su próximo largo; de hecho, él tampoco, porque había pensado en otra actriz. Pasó algún tiempo mientras reflexionaba, pero seguía sin ser la actriz que buscaba. Le parecía demasiado joven para interpretar a la mujer de Simon. Por fin decidió llamarme y quedamos para el día siguiente. Tenía treinta años cuando entré en el restaurante. Al cabo de unos minutos, había cumplido 35 y me llamaba Marion.
Cuando por fin leí el guión me sentí muy feliz de haber aceptado el papel.
- ¿Se siente próxima al personaje de Marion?
- No era un papel fácil para mí, a pesar de que Philippe opinaba lo contrario. Marion es una mujer simple, muy humana y, sobre todo, muy tranquila, sosegada. Es profesora de inglés y una persona comprometida. Me parece que soy mucho más nerviosa, neurótica, complicada. Ante esta mujer tan bien construida, me sentí delante de un abismo negro. Creo que es el papel más difícil que he tenido hasta la fecha. Además, ha vivido diez años con el mismo hombre. Diez años son muchos años, nunca he tenido una relación tan duradera. Debía aprenderlo todo, dejarme ir, poner a un lado las referencias, las marcas conocidas. Ahora, con la distancia, puedo decir que me ha encantado conocer a Marion y convertirme en ella. Ha sido una lección de humildad.
- ¿Cómo es trabajar con Philippe Lioret?
- Philippe se centra exclusivamente en la película. En el guión no hay nada aproximado. Para él, el trabajo de escritor ya es el de realizador.
A veces no es fácil seguirle, es tan preciso que no consigue entender por qué no vemos todos lo que tiene en la cabeza. Pero también proporciona mucha seguridad. Nos dirige realmente y sabemos que va a salir bien. Con Philippe se viene a trabajar. No hay sitio para las tonterías, solo para el trabajo. Su nivel de exigencia es contagioso. No hay nadie en el plató que no lo dé todo. Soy consciente de que si la película gusta será por él; si los actores son buenos, también será por él. Y si no gusta, también será por él. La película es él.
Recuerdo un rodaje de noche donde, después de ensayar muchas veces los diálogos y los movimientos, entré en una especie de trance. Nunca me había pasado nada igual, y me enseñó mucho.
- ¿Y con Vincent Lindon?
- Siempre que veía el trabajo de Philippe, pensaba: “Me encantaría rodar con este realizador”. Vino a una de las primeras proyecciones de Roman de gare, de Claude Lelouch, y me dijo que me tenía en mente para una futura película… No sabía que sería su próximo largo; de hecho, él tampoco, porque había pensado en otra actriz. Pasó algún tiempo mientras reflexionaba, pero seguía sin ser la actriz que buscaba. Le parecía demasiado joven para interpretar a la mujer de Simon. Por fin decidió llamarme y quedamos para el día siguiente. Tenía treinta años cuando entré en el restaurante. Al cabo de unos minutos, había cumplido 35 y me llamaba Marion.
Cuando por fin leí el guión me sentí muy feliz de haber aceptado el papel.
- ¿Se siente próxima al personaje de Marion?
- No era un papel fácil para mí, a pesar de que Philippe opinaba lo contrario. Marion es una mujer simple, muy humana y, sobre todo, muy tranquila, sosegada. Es profesora de inglés y una persona comprometida. Me parece que soy mucho más nerviosa, neurótica, complicada. Ante esta mujer tan bien construida, me sentí delante de un abismo negro. Creo que es el papel más difícil que he tenido hasta la fecha. Además, ha vivido diez años con el mismo hombre. Diez años son muchos años, nunca he tenido una relación tan duradera. Debía aprenderlo todo, dejarme ir, poner a un lado las referencias, las marcas conocidas. Ahora, con la distancia, puedo decir que me ha encantado conocer a Marion y convertirme en ella. Ha sido una lección de humildad.
- ¿Cómo es trabajar con Philippe Lioret?
- Philippe se centra exclusivamente en la película. En el guión no hay nada aproximado. Para él, el trabajo de escritor ya es el de realizador.
A veces no es fácil seguirle, es tan preciso que no consigue entender por qué no vemos todos lo que tiene en la cabeza. Pero también proporciona mucha seguridad. Nos dirige realmente y sabemos que va a salir bien. Con Philippe se viene a trabajar. No hay sitio para las tonterías, solo para el trabajo. Su nivel de exigencia es contagioso. No hay nadie en el plató que no lo dé todo. Soy consciente de que si la película gusta será por él; si los actores son buenos, también será por él. Y si no gusta, también será por él. La película es él.
Recuerdo un rodaje de noche donde, después de ensayar muchas veces los diálogos y los movimientos, entré en una especie de trance. Nunca me había pasado nada igual, y me enseñó mucho.
- ¿Y con Vincent Lindon?
- Vincent Lindon es un niño en el plató. En ese momento no existe otra cosa que no sea la película, y le importa todo, sus escenas, las de los otros actores, toda la película. Es muy agradable trabajar con un actor tan entregado. A pesar de haber rodado numerosas películas, de tener mucha experiencia, es un niño, con sus miedos y sus entusiasmos. Lo comparte todo. Tengo la sensación de que siempre estuvo a mi lado, llevándome de la mano. Y ahora que he visto WELCOME, me han entrado ganas de acompañarla hasta el fin del mundo porque me parece una película importante que merece ser vista por el mayor número posible de personas. Habla de amor con un telón de fondo social, o quizá sea al revés, no sé… Nos acerca a lo esencial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario